No es necesario especificar a que crisis nos estamos refiriendo. Es por todos conocida y resulta patente en el espacio público. No querría adelantar conclusiones precipitadas, por ello solo quiero presentar el problema para que en la discusión se puedan ir perfilando posturas.
La devaluación de la vivienda como bien primero, la reducción del espacio público urbano a transito atropellado, la obsesiva significación de las construcciones singulares reducidas a iconos, la mercantilización del código deontológico de los arquitectos, la ausencia total de presión a las instituciones por los representantes de la profesión, la retro-explotación de arquitectos por arquitectos, y un larguísimo etc. son muestras de la desorientación del arquitecto como profesional. Y digo profesional por atender al colectivo que en común debía tener algo más que un certificado acreditativo.
El espacio público ha sido pretendido desde tiempo atrás por el arquitecto. Una peligrosa pretensión, sin duda. Por la experiencia que hemos acumulado, este no ha sido más que un eslabón más de la larga cadena causal de la burocracia institucional. Las contribuciones en positivo se cuentan por unidades.
Con este panorama, llega una crisis financiera sin parangón en nuestra democracia y se evidencia de forma palmaria la perdida de sentido en la profesión. ¿No es acaso representativo que el frenazo del sector inmobiliario sea la mayor preocupación de los arquitectos? ¿Era acaso la situación previa a la crisis deseable y prolongable?
Bueno, yo no me enrollo más que se me pone mala leche. Así queda planteado. A ver que sacamos...