Tiempo para rehacer objetivos y definir proyectos de los arquitectos y los colegios, en un nuevo contexto económico, social y ambiental.
Si en pleno desarrollo de expansión e internacionalización de la arquitectura española, los arquitectos hemos encontrado el camino de la creatividad para hacer nuestro trabajo en condiciones difíciles, es porque no nos hemos ahogado en medio de leyes, reglamentos, códigos, espacios formativos e informativos, libre circulación, competición y competitividad, nuevas tecnologías y crisis del modelo de ejercicio de la profesión de arquitecto. Lejos de envilecernos con el auge de la construcción o achicarnos con su derrumbe, los arquitectos hemos sobrevivido con la frente alta al mayor cambio normativo de los últimos años, modificando nuestras pautas, nuestras destrezas, nuestras aptitudes y nuestra experiencia para asumir las responsabilidades de un nuevo escenario social y ambiental en el que ya no nos valen los equipajes del pasado, ni las mochilas provisionales, ni los paquetes de conocimiento adquiridos en el último período.
2009 es, pues, el año de la crisis; el año de poner muchas cosas en cuestión para proyectar lo nuevo, conservar bagajes y asumir retos. Es un año de encrucijada, en el que toca decidir hacia dónde enfocar esfuerzos y actitudes, modelos y patrones del ejercicio profesional que se atengan a la experiencia adquirida en los años de inmersión en Europa, en los años de la globalización, la movilidad internacional y de la competitividad en los mercados, los años en los que hemos asegurado nuestro papel en el mundo y nuestra función social.
Estamos los arquitectos evolucionando de la postmodernidad a la hipermodernidad.
También en España vivimos esos aires de innovación. Es el proceso en el que vamos a ir por delante de otros colectivos menos adaptables a la aceleración de los procesos culturales en el siglo XXI o menos contundentes a la hora de asumir el liderazgo.
Es seguro que estamos en el momento de debatir y reflexionar sobre el sitio al que esos procesos vertiginosos quieren conducirnos. Pero también es el momento de elegir un abanico de nuevos modelos. Sin nostalgia, sin miedo, sin añoranza de las cuestiones que pertenecen a la perdida regulación de un pasado pre-escrito que no volverá. Es el momento del cambio y los protagonistas somos nosotros, no las instituciones, los partidos o los gobiernos. La buena arquitectura se hará si nosotros hacemos bien nuestro trabajo. Si aprendemos a hacerlo mejor.
Preparar nuevas herramientas de conocimiento y nuevos modos de pensar la arquitectura es una tarea dura a la vista de los problemas enunciados, pero no imposible. Difícil, sobre todo, si tenemos que hacer frente - a la vez - a los paradigmas ambientales, al freno del despilfarro, a la falta de respuesta gubernamental a muchas catástrofes humanitarias, a la persistente carencia de alojamientos dignos y entornos saludables y a ausencia de estética y de calidad de la vida en el urbanismo de la congestión y el stress de las ciudades.
Pero sabemos lo que queremos. Lo demuestran las palabras clave que empleamos en las casi trescientas comunicaciones presentadas al congreso 2009, las más de 8000 consultas mensuales a la web y la creciente participación en los foros congresuales: arquitecto /arquitectos / arquitectura / ciudad / colegios / comunicación / construcción / desarrollo / diseño / edificio / espacio / estudio / estudios / formación / información / momento / mundo / obra / proceso / procesos / profesional / profesionales / profesión / proyecto / proyectos / realidad / sentido / sistema / social / sociedad / tiempo / trabajo.
Estas son las palabras principales, entresacadas mediante un método científico que más aparecen, pero hay muchas más: Administraciones públicas, aprendizaje, arte, ciudad, colegios de arquitectos, competencias, crítica, EEES, Bolonia, ejercicio profesional, especialización, estructuras de trabajo, ética, experimentación, formación continua, género, globalización, hábitat, herramientas, honorarios, identidad, innovación, internacionalización, investigación, medio ambiente, memoria, normativa, obra, paisaje, patrimonio, promotor, redes, rehabilitación, sociedad/usuarios, sostenibilidad, territorio, urbanismo, visado….
Esta respuesta generosa y masiva quiere decir que los arquitectos están contestando preguntas, respondiendo a la llamada de los colegios para definir aquí y ahora las preocupaciones principales, las funciones de cada uno, - de los arquitectos y los colegios -, en los nuevos condicionantes económicos y sociales
Pese a la turbulencia de los procesos, si se conocen los problemas, se pueden encontrar mejores oportunidades para afrontar con imaginación los cambios, dirigir con acierto la creatividad y promover la innovación y el talento, en medio de las profundas transformaciones que está viviendo nuestro mundo. En España sabemos de eso, porque hemos salido de una crisis tras otra, desde los años cincuenta, buscando la inserción de nuestra práctica en la construcción del mundo contemporáneo y aplicando a la arquitectura los mejores de nuestros esfuerzos técnicos y humanísticos. Hemos pasado las vicisitudes del salto de una profesión regulada - con los colegios como intermediarios - a la necesidad e enfocar un modelo de puro mercado; de una responsabilidad delegada - en parte - por la administración, a asumir directa e individualmente no sólo la responsabilidad civil, sino la responsabilidad social del ejercicio libre sin salvaguardias ajenas; de unas enseñanzas regladas y estatales a un escenario confuso de reforma y competencia entre la educación pública y la privada; en busca de un nuevo modelo de competitividad en la escala global. Hemos conocido la diferencia entre lo casi no lucrativo y el exacerbado ánimo de lucro. Entre ganar y perder dinero a base de ejercer una vocación que nos lleva a concursar masivamente, aunque sepamos que solo hay un o unos pocos premios, porque nos entusiasma nuestra profesión.
En el siglo XXI, España tiene la posibilidad de contar con una de las mejores élites arquitectónicas del mundo, con la mayor capacitación técnica y el mayor talento para afrontar los desafíos de un planeta en ebullición en todos los sentidos. Los jóvenes arquitectos españoles se cuentan entre los más y mejor preparados. Saben lo que hacen y lo hacen mejor. Nuestros colegios mantienen una gran organización de apoyo y servicio. Sin embargo, casi todos los contextos han cambiado. Y al decir contextos decimos con profunda convicción, calidad, compromiso, responsabilidad, sostenibilidad y competitividad, sin olvidar, creatividad, innovación y talento, motivos sustanciales de nuestro quehacer. Ahora es tiempo de crítica, de reforma y compromiso con los cambios a mejor.
Por eso, la profesión en su conjunto tiene que plantearse cuál va a ser su perfil de futuro si quiere aprovechar la herencia dinámica de su pluralismo reciente; si no quiere renunciar a la transferencia de conocimiento y profunda experiencia que se ha producido en este período; muy especialmente, si no quiere desperdiciar la posibilidad de afrontar con decisión la incertidumbre desde la mínima perplejidad y la máxima decisión. Las generaciones del cambio y las de la consolidación del modelo futuro, todas las generaciones en activo hemos de apostar por una arquitectura de calidad socialmente responsable, ambientalmente sostenible y solidariamente respetuosa con los valores culturales y los derechos humanos. Los jóvenes van a decidir su futuro perfil de ejercicio porque son la mayoría.
Convocar en un congreso a los arquitectos en el punto álgido de la crisis de 2009 puede parecer temerario, pero podemos estar seguros de que desde los colegios y el CSCAE pensamos que este es el momento y el espacio y el tiempo no esperan.
Es ahora cuando hay que proyectar el futuro.
16 de febrero de 2009
Carlos Hernández Pezzi
Presidente del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España
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