Hace unos días el decano del  Colegio Oficial de Pilotos de la Aviación Comercial (COPAC) (si, cuentan con un colegio desde 1998) publicaba un artículo al hilo de una gran catástrofe que no podemos entender. EL FACTOR HUMANO :

Contar con los recursos adecuados y los expertos necesarios es imprescindible para ejercer esa responsabilidad que los ciudadanos confían a su Gobierno.

En nuestro sector, y más concretamente en los trabajos para la Administración publica y los concursos de arquitectura: hay que diferenciar (así lo exige la ley) entre la obra y el proyecto. Una relacionada con materiales y medios de producción, llamémosle CAPITAL MATERIAL, y otro relacionado con la ideación, gestión y control de la obra, llamémosle CAPITAL HUMANO. El proyecto suele representar alrededor de 5% del coste total de la inversión del edificio. Imponer, como se ha venido haciendo en los últimos años, por aparte de la Administración un sistema de subasta  a la baja para mejorar este 5% tiene poca justificación económica, pero puede incidir en la calidad de dicho desempeño.

Por otro lado, este planteamiento choca con el escaso respeto a dicho CAPITAL HUMANO que hay dentro de la profesión. La PRECARIEDAD y la CONTRATACIÓN ILEGAL bajo la figura del FALSO AUTÓNOMO  es todavía una lacra que no ha desaparecido, y que penaliza, en el mercado, a quienes si cumplen la ley. La reciente inclusión de los despachos de arquitectura y urbanismo en el XVII Convenio de Oficinas Técnicas y Despachos de Ingeniería (del que no hay ni una referencia en la web del COAM) ha sido un avance también en reconocer unos niveles salariales que otras profesiones similares aplican hace años ¿Son más rentables? ¿No somos rentables los arquitectos? ¿No somos eficaces?  Estos salarios deben servir también para poner un suelo a nuestros costes profesionales: sin duda la precariedad fomentaba un falsa rentabilidad antes del estallido de la burbuja, y después un mercado donde nos hemos canibalizado. Donde en los concursos antes mencionados, al desparecer el concepto de baja temeraria, han servido para someter nuestros servicios a una subasta indigna, injustificada por razones económicas o de mercado, y que puede tener una incidencia en la seguridad de las personas y las cosas que puede que lamentemos en el futuro.

EL COAM debe, no solo moralmente sino porque representa legalmente a todos los arquitectos, defender a TODOS los arquitectos, incluso a los que no están colegiados, si quiere estar al nivel que la ley le otorga.

POR UNOS CONCURSOS CON HONORARIOS DIGNOS, POR UNOS SALARIOS DIGNOS.